Miembros: Antonio martinez (Toni) y Joaquín Carril (Quino)
Nombre de la vía: “Sueño imposible”
Apertura: En la pared NorEste del pico Biarchedi, 6.759 mts. Cumbre Virgen. Situada en el Baltoro (Karakorum-Pakistán)
Sistema de ascenso: Alpino puro (sin cuerda)
Dificultad: gran ruta glaciar. Media de 55º a 75º. Algún resalte. Hielo de diferentes calidades. (Pared de dificultad similar a la sur Aconcagua)
Desnivel: 2.300 metros.
“DOS PIRATAS EN EL KARAKORUM”
(Ruta de dificultad a un monte virgen, BIARCHEDI – 6.759 m.)
Dábamos lo que fuese por ir y se hizo inevitable cambiar nuestro fiel “jeep” por dos miserables billetes para Rawalpindi.
No había dinero para ningún permiso, ni para un Trekking, como habíamos pensado en un principio, así que tendríamos que ingeniarnoslas para andar sin permiso en un paísen el cual la ilegalidad se castigaba con dureza. Nos metíamos en la boca del lobo, en el peor de los sitios a los que podíamos ir sin permiso: el KARAKORUM.
Por segunda vez, volvíamos a la bascula del aeropuerto de Barcelona; con botas y demás equipo de altura encima, seguía habiendo exceso. Al final el “nota” se enrolla y fuimos a seguir sudando en la sala de espera.
En “Pindi”, entre calor y los moros anduvimos agobiados durante unos días. Después de marearnos lo que quisieron, conseguimos el dichoso visado.
Un par de días pasando miedo, cuando la “guagua” llega aSkardú. Somos los primeros del año en llegar, los porteadores se abalanzan con cartas de recomendación en busca de trabajo.
-No climbing, Tourist.
-Ni puto caso. No rupis, No rupis. (parece que ya nos entendemos y se abren)
En realidad, había que contratar a tres porteadores, pero los de aquí no nos interesan, aquí todo se habla.
Pasamos el día comprando las últimas provisiones y como aún no escasea el dinero, alquilamos un “jeep” para desplazarnos a Dasso.
Inspectores de la policia se encargan de contratarnos a tres porteadores, mientras el jefe nos hace preguntas:
-¿A dónde vais?
Biafo glaciar. (para este lugar no hace falta permiso.)
-¿Escalada?
No, Trekking.
No muy convencidos, regresan a Skardú.
Muy temprano comienza el primero de los largos díaas de porteos que se sucederían. Cien pasos y Stop, mil metros y Long Stop. Encima empiezan las peticiones: Que si tabaco, que si calcetines…¿Y así quién no portea?.
Pasan tres días. Cuando llegamos a Askole (último poblado de la marcha de aproximación) nos deshacemos de los porteadores pues queremos que sigan pensando y cuenten abado que efectivamente éramos dos turistas que íbamos de Trekking por el Biafo Glaciar. Las consecuencias de dicha decisión eran claras: tendríamos que portearlo todo nosotros. (¡Aún no sabíamos lo que significaba eso!).
Varios días después, cuando el cuerpo y los hombros empezaban a adaptarse a las cargas de 30 kgs., llegamos a uno de los flancos del “GRUPO PAIJU”, nuestro inmediato objetivo. Allí montamos nuestra BASE MOVIL, consistente en una tienda camuflada y una cueva.
Entre porteo y porteo, aprovechábamos los días de buen tiempo para aclimatarnos, buscando una ruta que nos condujera a nuestra montaña. Una pequeña cabaña de cazadores, un vivac que construimos debajo de una piedra y nuestra tienda ambulante, constituían nuestros respectivos campamentos de altura.
Llegó el momento de hacer un intento, que resultaría infructuoso por las malas condiciones de la ruta y del tiempo.
Nuestra táctica se convertiría en nuestro lema: “ no parar nunca”. Cuando hacía buen tiempo subíamos y cuando el mal tiempo llegaba no nos quedábamos amuermados e inactivos, esperando la mejoría, como hacen el resto de expedicionarios.
Hechamos una semana en realizar nuestro segundo porteo a Skardú. Al regreso el mal tiempo perduraba y fieles a nuestro lema, hicimos un recorrido de ciento y pico kilómetros en dos días para visitar a nuestros amigos Americanos (su objetivo era la cara oeste del GASHERBRUM IV). Se quedan asombrados al vernos y nos dejan dormir en su tienda comedor, ¡fallo tremendo!. Al día siguiente, les decimos que para la semana próxima bajaremos por tercera vez a Skardú, no se lo creen, pero aprovechan para darnos por segunda vez las cartas. Radford, el potente del grupo me dice:
-Tu amigo en el Aconcagua subía y bajaba, nunca paraba. ¿aquí lo mismo?
Había adivinado la táctica.
Mejora el tiempo y nos mudamos a la loma donde está la pequeña cabaña de cazadores, con viveres para diez días. Desde aquí, nuestro monte sobresale de entre los demás. A la derecha el paijú, cuenta con la única ascensión de Ivan Girardini sin permiso. En aquella ocasión, por tratarse de él, las autoridades fueron benevolentes: cinco años sin entrar en el país.
Más cerca todavía se encuentra el Uli Biaho. Nuestro objetivo es el más alto de la zona (6.756 m.) y está todavía virgen.
26 de mayo. Era nuestro tercer intento, cuando a media noche abandonábamos la pequeña tiendecilla. El glaciar se intuía al fondo, las rampas se iban sucediendo y a los crampones les costaba incarse en el hielo. El tiempo parecía cambiar por momentos pero la visión cercana de la cumbre nos estimulaba a seguir. Tramos de nieve blanda en los que nos hundimos y apenas avanzamos, nos dejan extenuados. Llegamos al plató superior cuando cambia de repente el tiempo. Intentamos seguir avanzando por una pala de 60º, el viento es muy fuerte. A 300-400 metros de la cumbre, abandonamos. Pero estamos contentos de cómo estamos respondiendo a la altura: habíamos superado los 1.500 m. en un día.
En los siguientes días realizaríamos nuestro tercer porteo (Toni bajaría por cuarta vez) y trasladamos el “base” a cerca de Concordia, donde el glaciar Yermanendu se une con el Baltoro.
“Lorenzo” empieza a calentar, me enrollo con la harina y saco unos “parantans” (chapatis fritos en aceite). Les ponemos 26 velas y cantamos la canción típica. Es 13 de junio. El regalo de Toni es estupendo: ¡¡BUEN TIEMPO!!
Después de preparar las mochilas con provisiones para seis días, nos abrimos. Cruzamos hacia el glaciar Yermanendu que baja del Masherbrum y en unas horas alcanzamos la base de la montaña que nos atraía. Debajo de la pared encontramos un sitio ideal para acampar, calro está que ya ha sido utilizado como Campamento base por alguna expedición.
De media noche hasta que nos ponemos en marcha, nos hechamos casi dos horas preparándonos (parecemos mujeres). El caso es que la cocinilla ya se lleva casi la hora intentando hervir dos cacharros de agua.
Nuestra ruta comienza bordeando un pequeño glaciar colgante por unas palas de no mucha inclinación, hasta coger una rampa helada que acaba en un pequeño collado. Sin llegar al collado nos metemos en plena pared y vamos ascendiendo por unas palas empalmadas siempre por finas aristas o algún serac que tendremos que superar directamente. La inclinación, va igual que la dificultad, a mayor, de 50º a 75º.
Llevábamos bastantes horas en la pared, el sol ablandó la nieve y nos hundimos mucho en los tramos. La ruta va intentando bordear un gran serac que cuelga en medio de la pared. Aquí es donde encontramos la mayor dificultad. Para bordear y superar el dichoso serac, nos hechamos en un pequeño tramo dos horas y media. Al principio te hundes y no avanzas, luego hielo cristal, después tramos de nieve polvo y debajo el duro hielo, te sigues deslizando. Toni da un patinazo, el piolet aguanta el peso del cuerpo y se incorpora rapidamente. Yo paso más miedo que él. Habíamos decidido subir en el estilo más puro, sin cuerda. Miro a Toni trabajando duramente para salir de ese difícil tramo de unos 70º de hielo cristal y alucino pensando en que tendré que subir por ahí. Pienso en el inútil cordino de 15 mts. que tengo en la mochila pues es muy corto y no se lo puedo lanzar. Miro para abajo ¡vaya palo bajar de aquí!, ni pensarlo, me resigno y me hecho a escalar. Intento tallar pequeñas presas, demasiado agotador, encima la altura y la pesada mochila incrementan el cansancio. En un arrebato de fuerzas, logro salir de este tramo para introducirme en un espolón de 65º de nieve polvo. Das un paso y bajas otro, enterrados hasta la cintura logramos abrir un surco de 30 mts. Está todo muy peligroso para seguir hoy y nosotros estamos agotados. Tallamos durante dos horas una pequeña plataforma donde cogemos los dos cómodamente.
Toni se mete en el saco, ami me toca cocinar los espaguetis pakistanís, el liofilizado de los “climbis” colgados.
Me duele mucho la cabeza, hago un té con leche, tomo una aspirina y me introduzco en el “tubo”. Se va el sol y nos arrinconamos en una esquina de la repisa, esperando inútilmente a que cesen de caer las duchas de nieve. Desde este balcón la sensación de vacío es inmensa. A nuestros pies se extiende el gran glaciar Baltoro; montones de marrones montañitas surcadas en su centro por una columna de icebergs. Pensamos en Messner,hoy tenía que pasar la noche por ahí abajo, en “Biangoro”, nos partimos de risa.
-¿Yo? Turista. Le había contestado Toni cuando se lo cruzó bajando.
-No turista, “climbing”.
Fue la respuesta del “famoso” la segunda vez que Toni lo adelantó en una cuestorra del copón. Toni había hecho en tres días el trayecto que los porteadores hacen en doce…
La visión del Angelus, Mustang, Tower y K2, nos hacen olvidar esta charla intrancesdente y nos quedamos flipando con esas montañas perfectas de más allá del glaciar.
15 de junio. 02:00 horas. Empiezo a calentar el té con leche. Al final tardamos más que ayer. Son las 04:30 cuando abandonamos nuestro refugio para colgarnos nuevamente de los piolets. No está tan chungo como ayer, pero la cosa no está para bromas. Toni intenta subir directamente, yo hago travesía hasta alcanzar un espolón, tiene más nieve y es más seguro. Toni las pasa “putas”, destrepa y me sigue.
Vamos superando tramos de hielo de diferentes calidades. A veces la nieve forma estrechas y largas franjas en pendientes heladas de 65º. Pasamos sin respirar, pues en cualquier momento y más con nuestros pesos se podría ir todo para abajo. Me paro muchas veces, parece que me ahogo, la altura y el sol atacan duramente.
La arista que baja de la primera cumbre, forma una gran cornisa hacia la cara que escalamos. Sin cuerda, ni material de hielo, no nos queda más remedio que bordearla en busca de un posible paso. Toni abre un surco bestial en una larga travesía, hasta llegar a la parte más estrecha de la cornisa o serac. Aquí nos hechamos una hora para lograr hacer un agujero que nos deposita en la arista que conduce a nuestra primera cumbre. Cumbre virgen y sin nombre de 5.880 mts. Estamos contentos.
16 de junio. No duermo bien. Me despierto a menudo. Toni no se despierta porque no se queda dormido. En la media noche funciona el infiernillo. Hacemos números en la pequeña tienda para introducirnos dentro de nuestros trajes de astronauta. Son las 03:00, toca salir. El frío muerde la cara, continua la ascensión.
Se acaba la arista, decrece el ritmo, aumenta el esfuerzo, a la nieve blanca la sucede el hielo costroso. Otra vez toma verticalidad la pared, los piolets se hincan con fuerza, en ellos deposito mi confianza. El miedo aumenta al pensar en la bajada, pero el cansancio rehace olvidar el futuro y me concentro en el presente. Hace ya tiempo que no noto el pie izquierdo, pero en esta pared no me puedo descalzar, tengo que seguir subiendo, Toni me dice que ve cerca la cumbre.
Llegamos a la arista cimera, el sol ablandó mucho la nieve, a pocos metros de la cumbre un gran serac que la bordea, nos impide cumbrear el Biarchedi. Me quito la bota y compruebo mis temores; congelaciones en los dedos. Decidimos vivaquear. Me paso el resto del día dando masajes al pie.
Toni pasa una de sus peores noches. Me deja su saco, el duerme con la ropa de los dos puesta, bueno, pasa una larga noche. Duermo a intervalos, le oigo cantar, quejarse de sus ojos. Había escalado mucho tiempo sin gafas. Cuando amanece se va a hacer la gran cumbre. Se ha olvidado el martillo y no puede superar una rampa de hielo cristal. Allí se quedó la cosa, a unos metros de la cumbre.
No hay tiempo de volver, se hace tarde y el destrepe es una pasada, lo del DIA anterior pero a la inversa. Por suerte al llegar a la arista localizamos una fácil bajada a la otra veriente de la montaña, cayendo al pie del Masherbrum. Las piernas ya no tienen fuerzas para retener. Abajo no se acaba todo, hay que atravesar, cruzar y bordear un laberinto de grietas en dos glaciares. Saltamos grandes grietas, sólo por no dar un pequeño rodeo y ya ni siquiera pensamos en la posibilidad de que cedieran los puentes o las grietas tapadas por la nieve, pues si pensamos en esa posibilidad nos quedamos en esa trampa a vivir. Llegando a nuestra tienda parecíamos dos autómatas que caminabamos por que nos han pasado de rosca al darnos cuerda.
Dos días después decidímos hacer el último porteo. Pegándole caña nos llevará una semana. Como siempre hay razones buenas para bajar.
-Le viene bien a los pies, bajamos a menos altura, mandamos unaas cartas y ¡Nos hacemos unas filloas!
-Sí, sí, mola bajar, además viene mal tiempo y ¿Qué vamos a hacer aquí?
-Hombre el cuerpo se apalanca y eso es malo.
Parece que ya nos hemos convencido para portear durante una semana. Decidido. Bajamos.
En urdukas llegaría el colmo de los problemas que acabaría de rematar esta loca aventura.
Un trekking, un oficial de Enlace. Parece saber nuestra identidad y todo a nuestro respecto. Le decimos que somos miembros de una expedición. Nos pregunta el nombre del oficial, nos hacemos el avión, pero no hay manera. Encima nos invita amablemente a tomar café ¡el muy cabronazo! Y nos dice que abajo nos espera la policia para meternos en la cárcel.
Más adelante nos planteamos la situación. Toni no quiere saber nada de tener que acabar con algo que nos costó tanto esfuerzo, sabiendo que con la forma en que estábamos es hora ya de recoger sus frutos.
Lo intento convencer, pues veo que las cosas están muy negras.
-Dicen que son cinco años sin volver.
-¡Hostias! ¿y los dos ingleses que cogieron el año anterior y aún están en el caldero qué?
Después de mucho opinar y maldecir, con mucho pesar, decidimos irnos. Planeamos la retirada.
-¿Crees que de noche pasaríamos los controles?
-Puede que nos esperen, tal vez a pleno día sea mejor.
-Bueno, ¿Y si nos vestimos de moros…?
Esta ultima noche, contemplando los grandes del Karakorum, se hace triste para nosotros la despedida y no porque no los pudiéramos subir, si no por algo peor, porque unas leyes, unas gentes, la burocracia, no nos dejó siquiera intentarlos.
Joaquín Carril Comesaña (Quino)
Articulo publicado en la revista Desnivel numero 19 JUNIO-JULIO 1985